viernes, julio 25, 2008

El Amor y la Locura


Cuentan que hace muchísimos años se reunieron algunos sentimientos y algunas cualidades del hombre. Cuando el ABURRIMIENTO bostezaba por tercera vez, la LOCURA propuso: vamos a jugar a las escondidas.

La INTRIGA se levantó extrañada, y la CURIOSIDAD, sin poder contenerse, pregunto: ¿A las escondidas? ¿Y eso como es?

“Es un juego en donde yo me tapo la cara y comienzo a contar, desde el uno hasta un millón, mientras ustedes se esconden. Cuando termine de contar, los buscaré hasta que los encuentre”, explico la LOCURA.

El ENTUSIASMO bailó de contento y la ALEGRÍA dio saltos que terminó de convencer a la DUDA, e incluso a la INDIFERENCIA, a la que nunca le interesaba nada.

Pero no todos quisieron participar. La VERDAD prefirió no esconderse. ¿Para que?, si al final siempre la hallaban.

La soberbia pensó que era un juego muy tonto. En el fondo lo que le molestaba era que la idea no había salido de ella. Y la COBARDÍA prefirió no arriesgarse.

La LOCURA rápidamente comenzó a contar.

La primera en esconderse fue la PEREZA, que como siempre, se dejó caer en la primera piedra que encontró. La ENVIDIA se fue detrás del TRIUNFO, quien por su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto.

La GENEROSIDAD casi no alcanzaba a esconderse. Cada sitio le parecía maravilloso para alguno de sus amigos: El lago cristalino para la BELLEZA, la hendija de un árbol era perfecto para la TIMIDEZ, una ráfaga de viento le parecía magnifica para la LIBERTAD.

Por fin después de pensar primero en todos, la GENEROSIDAD terminó ocultándose en un rayito de sol.

La MENTIRA se escondió detrás del arco iris. Y la PASIÓN y el DESEO, entre los volcanes.

Cuando la LOCURA ya casi terminaba de contar, el AMOR aun no había encontrado un sitio para esconderse, pues todo estaba ocupado. Hasta que al fin vio un rosal y decidió esconderse entre sus flores.

“¡Un millón!”, dijo la locura. Y comenzó a buscar. La primera en aparecer fue la PEREZA que estaba a solo tres pasos.

A la PASIÓN y el DESEO, los sintió en el vibrar de los volcanes. En un descuido encontró la ENVIDIA. Y claro también encontró al triunfo. Al EGOÍSMO no tubo ni que buscarlo, pues el solito salió de su escondite que resulto ser un nido de avispas.

Así fue encontrando a todos

El TALENTO estaba entre la hierba fresca. La ANGUSTIA, en una oscura cueva. La MENTIRA, detrás del arco iris.

Y hasta encontró el OLVIDO, que se había olvidado que estaba jugando a las escondidas.

Pero solo el AMOR no aparecía por ningún lado.

La LOCURA buscó detrás de cada árbol, bajo cada arroyo de la tierra, en las cimas de las montañas. Y cuando estaba por darse por vencida, vio el rosal. Tomó un pequeño palo y comenzó a mover las ramas. De pronto escuchó un doloroso grito. Las espinas habían herido los ojos del AMOR.

La LOCURA no sabía que hacer para disculparse. Lloró, rogó, imploro, pidió perdón y hasta prometió acompañarlo siempre.

Desde entonces el AMOR es ciego y la LOCURA siempre lo acompaña.

Por eso dicen que “amar es una locura, a menos de que se ame con locura”.

(Fuente: Libro Almanaque Escuela Para Todos 2006.)

jueves, julio 24, 2008

El mercader y los camellos


Cuenta una historia árabe, que un rico mercader salió a vender mercancías en compañía de sus servidores y con una caravana de 12 camellos.

De noche pararon en un oasis, y cuando el señor ya estaba listo para dormir, llegó su asistente y le dijo:.

- Señor, tenemos un problema: ya hemos amarrado 11 camellos pero olvidamos traer una estaca y no sabemos qué hacer con el que nos falta.

- Muy sencillo, dijo el mercader: simula delante del animal que clavas la estaca y lo amarras a ella. El camello, que es torpe, creerá que está sujeto y se quedará quieto.

Los servidores hicieron lo que dijo su señor y se fueron a dormir. Al amanecer vieron que todos los camellos estaban en su lugar. Fue de nuevo el asistente y le dijo al comerciante que tenían los camellos listos para partir, pero no podían poner en camino al camello número 12.

El señor les dijo que simularan desatarlo porque creía que estaba amarrado. Así se hizo y la caravana pudo proseguir su camino.

¿Cuántos lazos mentales nos frenan? “Si piensas que estás vencido, ya lo estás”

miércoles, julio 16, 2008

Poema 2: "En su llama mortal la luz te envuelve" de Pablo neruda

Poema 2
En su llama mortal la luz te envuelve.
Absorta, pálida doliente, así situada
contra las viejas hélices del crepúsculo
que en torno a ti da vueltas.
Muda, mi amiga,
sola en lo solitario de esta hora de muertes
y llena de las vidas del fuego,
pura heredera del día destruido.
Del sol cae un racimo en tu vestido oscuro.
De la noche las grandes raíces
crecen de súbito desde tu alma,
y a lo exterior regresan las cosas en ti ocultas.
de modo que un pueblo pálido y azul
de ti recién nacido se alimenta.
Oh grandiosa y fecunda y magnética esclava
círculo que en negro y dorado sucede:
erguida, trata y logra una creación tan viva
que sucumben sus flores, y llena es de tristeza.

Pablo Neruda
De: Veinte poemas de amor y una canción desesperada
Audio:

Canción del pirata de José de Espronceda

Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman,
por su bravura, El Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.

La luna en el mar riela
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Istambul:

Navega, velero mío
sin temor,
que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.

Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

Allá; muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra;
que yo aquí; tengo por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.

Y no hay playa,
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pechos mi valor.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

A la voz de "¡barco viene!"
es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar;
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.

En las presas
yo divido
lo cogido
por igual;
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna antena,
quizá; en su propio navío
Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo,
como un bravo,
sacudí.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.

Y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por el mar.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

José de Espronceda

jueves, julio 10, 2008

Los 7 principios de la ecología emocional


Dedicamos toda nuestra vida a entrenar nuestra mente: adquirimos conocimientos y nos enseñan a pensar, pero en el territorio emocional, en cambio, somos todos autodidactas, en mayor o menor medida.

Hay quien considera las emociones como obstáculos que interfieren en nuestra dimensión racional.

La Ecología Emocional sostiene que no es así y que las emociones son un lenguaje distinto y complementario.

Una mente inteligente pero desconectada de las emociones construiría mapas de decisión equivocados y peligrosos.

Las emociones dan color al paisaje y sirven para orientarnos en el mundo: nos indican si la ruta que hemos elegido es adaptativa o destructiva.

1. Principio de la autonomía personal.
"Ayúdate a ti mismo y los demás te ayudarán".

2. Principio de la prevención de dependencias.
"No hagas por los demás aquello que ellos pueden hacer por sí mismos".

3. Principio del boomerang.
"Todo lo que haces a los demás, también te lo haces a ti".

4. Principio del reconocimiento de la individualidad y la diferencia.
"No hagas a los demás aquello que quieres para ti. Pueden tener gustos diferentes".

5. Principio de la moralidad natural.
"No hagas a los demás aquello que no quieres que te hagan a ti".

6. Principio de la auto-aplicación previa.
"No podrás hacer y dar a los demás aquello que no eres capaz de hacer ni darte a ti mismo"

7. Principio de la limpieza relacional.
"Tener el deber de hacer limpieza de las relaciones que son ficticias, insanas y no nos dejan crecer como personas".


No somos responsables de lo que sentimos, las emociones no se eligen ni se planifican, pero sí de aquello que hacemos con lo que sentimos.

Lo que importa es cómo se gestionan, lo que se hace con ellas.

Escogemos nuestra actitud y nuestra conducta.

"Pensar que algo nos será dado sin que hagamos algo por ello y quejarnos por no recibirlo, contribuye a la contaminación emocional".

No busquemos la excusa de nuestras emociones que nos perjudican o perjudican a los demás en los hechos de los otros. Busquemos la causa, siempre, dentro de nosotros mismos, porque ninguna emoción de ningún ser puede tener acción en nosotros si nosotros estamos protegidos por el escudo del Amor y vibramos en esa sintonía.

Tú eleges qué deseas reflejar a tu entorno y eso mismo recibirás.

Poema 1 de Pablo Neruda

Poema 1
Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos,
te pareces al mundo en tu actitud de entrega.
Mi cuerpo de labriego salvaje te socava
y hace saltar el hijo del fondo de la tierra.
Fui solo como un túnel. De mí huían los pájaros
y en mí la noche entraba su invasión poderosa.
Para sobrevivirme te forjé como un arma,
como una flecha en mi arco, como una piedra en mi honda.
Pero cae la hora de la venganza, y te amo.
Cuerpo de piel, de musgo, de leche ávida y firme.
Ah los vasos del pecho! Ah los ojos de ausencia!
Ah las rosas del pubis! Ah tu voz lenta y triste!
Cuerpo de mujer mía, persistirá en tu gracia.
Mi sed, mi ansia sin limite, mi camino indeciso!
Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,
y la fatiga sigue, y el dolor infinito.

Pablo Neruda
De: Veinte poemas de amor y una canción desesperada
Audio:

lunes, julio 07, 2008

Poema: A Roosevelt de Rubén Darío

FOTO: Theodore Roosevelt (1958-1919), Presidente de EE.UU.,a comienzos del siglo XX,
que practico una politica imperialista e intervencionista para con Hispanoamerica.


A Roosevelt

¡Es con voz de la Biblia, o verso de Walt Whitman,
que habría que llegar hasta ti, Cazador!
Primitivo y moderno, sencillo y complicado,
con un algo de Washington y cuatro de Nemrod.
Eres los Estados Unidos,
eres el futuro invasor
de la América ingenua que tiene sangre indígena,
que aún reza a Jesucristo y aún habla en español.

Eres soberbio y fuerte ejemplar de tu raza;
eres culto, eres hábil; te opones a Tolstoy.
Y domando caballos, o asesinando tigres,
eres un Alejandro-Nabucodonosor.
(Eres un profesor de energía,
como dicen los locos de hoy.)
Crees que la vida es incendio,
que el progreso es erupción;
en donde pones la bala
el porvenir pones.
No.

Los Estados Unidos son potentes y grandes.
Cuando ellos se estremecen hay un hondo temblor
que pasa por las vértebras enormes de los Andes.
Si clamáis, se oye como el rugir del león.
Ya Hugo a Grant le dijo: «Las estrellas son vuestras».
(Apenas brilla, alzándose, el argentino sol
y la estrella chilena se levanta...) Sois ricos.
Juntáis al culto de Hércules el culto de Mammón;
y alumbrando el camino de la fácil conquista,
la Libertad levanta su antorcha en Nueva York.

Mas la América nuestra, que tenía poetas
desde los viejos tiempos de Netzahualcoyotl,
que ha guardado las huellas de los pies del gran Baco,
que el alfabeto pánico en un tiempo aprendió;
que consultó los astros, que conoció la Atlántida,
cuyo nombre nos llega resonando en Platón,
que desde los remotos momentos de su vida
vive de luz, de fuego, de perfume, de amor,
la América del gran Moctezuma, del Inca,
la América fragante de Cristóbal Colón,
la América católica, la América española,
la América en que dijo el noble Guatemoc:
«Yo no estoy en un lecho de rosas»; esa América
que tiembla de huracanes y que vive de Amor,
hombres de ojos sajones y alma bárbara, vive.
Y sueña. Y ama, y vibra; y es la hija del Sol.
Tened cuidado. ¡Vive la América española!
Hay mil cachorros sueltos del León Español.
Se necesitaría, Roosevelt, ser Dios mismo,
el Riflero terrible y el fuerte Cazador,
para poder tenernos en vuestras férreas garras.

Y, pues contáis con todo, falta una cosa: ¡Dios!


Rubén Darío

Poema: Romance del rey moro que perdió Alhama (¡Ay de mi Alhama!)

Romance del rey moro que perdió Alhama (¡Ay de mi Alhama!)

Foto: Patio de los leones,
Alhambra
Paseábase el rey moro
Por la ciudad de Granada
Desde la puerta de Elvira
Hasta la de Vivarrambla.
-¡Ay de mi Alhama!
Cartas le fueron venidas
Que Alhama era ganada;
Las cartas echó en el fuego
Y al mensajero matara.
-¡Ay de mi Alhama!
Descabalgaba de un mula
y en un caballo cabalga,
Por el Zacatín arriba
Subido se había al Alhambra.
-¡Ay de mi Alhama!
Como en el Alhambra estuvo,
Al mismo punto mandaba
Que se toquen sus trompetas,
Sus añafiles de plata.
¡Ay de mi Alhama!
Y que las cajas de guerra
Apriesa toquen al arma,
Porque lo oigan sus moros,
Los de la Vega y Granada.
-¡Ay de mi Alhama!
Los moros, que el son oyeron,
Que al sangriento Marte llama,
Uno a uno y dos a dos
Juntado se ha gran batalla.
-¡Ay de mi Alhama!
Allí habló un moro viejo,
De esta manera hablara:
-¿Para qué nos llamas, rey,
para qué es esta llamada?
-¡Ay de mi Alhama!
Habéis de saber, amigos,
Una nueva desdichada,
Que cristianos de braveza
Ya nos han ganado Alhama.
-¡Ay de mi Alhama!
Allí habló un alfaquí
De barba crecida y cana.
-Bien se te emplea, buen rey,
buen rey, bien se te empleara.
-¡Ay de mi Alhama!
Mataste los bencerrajes,
que eran la flor de Granada;
cogiste los tornadizos
de Córdoba la nombrada.
¡Ay de mi Alhama!
-Por eso mereces, rey,
una pena muy doblada:
que te pierdas tú y el reino,
y aquí se pierda Granada.
-¡Ay de mi Alhama!

Anónimo